
Así contó Martín Sombra cómo se enteró del embarazo de Clara Rojas; Ingrid Betancourt fue clave
Martín Sombra falleció este 19 de mayo en Bogotá dejando un macabro legado de violencia y muerte como el carcelario de las Farc.

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En lo profundo de la selva colombiana, entre cadenas, vigilias interminables y órdenes de la cúpula de las Farc, Eliécer Gaitán alias Martín Sombra (el temido carcelero de las Farc que murió este 19 de mayo) vivió uno de los episodios más insólitos de su historia con la guerrilla: el embarazo de Clara Rojas.
Tenía bajo su custodia a políticos, policías, soldados y hasta ciudadanos estadounidenses. Pero fue con Clara, compañera de cautiverio de Ingrid Betancourt, donde emergió un gesto de humanidad inesperado.
Así se lo contó a Los Informantes de Caracol Televisión: “Cuando yo oí ese ‘que está preñada’... la llamé: ‘Venga Clara, cuénteme mamita, ¿cómo es la vuelta?’”, recuerda con su habitual crudeza.
Fue Ingrid quien, según su relato, jugó un papel decisivo. En medio de tensas discusiones entre ambas mujeres, Betancourt terminó revelando el secreto a gritos: Clara estaba embarazada, contó el exguerrillero.
La noticia desconcertó incluso a Tirofijo, el máximo jefe de las Farc. “Yo fui y hablé con él. Le dije que tenía un problema... Se me volvió el corazón de pollo”, relata Martín Sombra, describiendo cómo solicitó que liberaran a Clara. Pero la respuesta fue un rotundo no. Había riesgos de seguridad. La orden: mantenerla retenida y esconder cualquier pista.
Así llegó Emanuel, nacido en condiciones precarias pero no improvisadas del todo. “Eso que dicen que fue cesárea con cuchillo, no, eso es falso. Había bisturíes, agujas, todo”, asegura Sombra. Un grupo de enfermeras capacitadas atendió el parto en medio de la selva. El bebé nació con una lesión en el brazo. “Lo bañamos, lo arreglamos… pero Clara se quería morir”, cuenta.
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Clara, exhausta y emocionalmente devastada, no pudo lactar. Fue entonces cuando la mujer de Sombra, identificada como Jenny, se convirtió en madre sustituta. “Ella lo ayuda a amamantar. Después fue un lío porque se encariñó con el niño”, relata con una mezcla de ironía y gravedad. En un entorno donde el afecto era una rareza, Jenny y Emanuel crearon un vínculo fugaz pero crucial.
El padre del niño, un guerrillero joven, no escapó a las consecuencias. Fue sancionado con castigos físicos y públicos, acusado de haber “faltado a la disciplina” por embarazar a una secuestrada.
Aquí puede ver la entrevista completa a Martín Sombra:
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