En un contexto empresarial cada vez más desafiante y cambiante, la historia de Felipe Arrubla, presidente de Valorem, se presenta como una fuente de inspiración para quienes creen en el emprendimiento sostenible y en el valor de construir país desde la empresa. En una conversación cercana con Mauricio Rosillo para el pódcast Un Paso Adelante, Arrubla revela no solo los secretos del éxito de Valorem, uno de los conglomerados más sólidos de Colombia, sino también su visión sobre cómo los negocios pueden transformarse en motores de impacto positivo para la sociedad, la economía y el medioambiente.
Felipe Arrubla, ingeniero civil de la Universidad de Los Andes, es hoy el líder de un portafolio empresarial diverso que incluye compañías como Caracol Televisión, Cine Colombia, D1, El Espectador y Cromos. Esta diversidad, más que una estrategia tradicional, nace de un análisis disciplinado del potencial de cada empresa para generar valor integral. “Nosotros, cuando tomamos la decisión de invertir, lo que hacemos es mirar a las compañías que se pueda crear valor, que puedan tener un impacto positivo en el país”, una frase que resume una visión pragmática, pero profundamente ética, del rol empresarial en la sociedad.
Valorem no se limita a un sector económico específico. Su enfoque multisectorial, según Arrubla, es consecuencia natural de una depuración estratégica que prioriza empresas capaces de subsistir de forma independiente y de aportar valor económico, social y ambiental. “Puede que no tengamos el conocimiento, pero se puede conseguir”, expresa, destacando la apertura a aprender y el deseo de evolucionar constantemente como conglomerado. Esta actitud revela una característica fundamental del emprendimiento moderno: la humildad de aprender y adaptarse en contextos diversos.
Uno de los temas más poderosos que deja la entrevista es la claridad con la que Valorem integra la sostenibilidad en su modelo de negocio. Lejos de tratarse de un discurso decorativo, el enfoque sostenible es una práctica real en sus compañías. “Intentamos trasladar las mejores prácticas a cada una de estas empresas”, comenta Arrubla, reafirmando el compromiso del grupo con una gobernanza sólida y responsable. En un país como Colombia, donde la brecha social aún es profunda y los retos medioambientales son urgentes, liderazgos como el suyo representan una oportunidad para repensar el papel de las empresas más allá del lucro.
En su reflexión personal, Arrubla también se muestra como un líder cercano y disciplinado. Confiesa su amor por el deporte, la cocina y su familia numerosa, lo que le da un aire auténtico y humano a su figura pública. “Soy una persona con muchas ganas de trabajar y hacer cosas”, dice, y esa afirmación, aparentemente sencilla, resume una ética del esfuerzo que se refleja tanto en su vida personal como en su gestión empresarial. En tiempos donde el liderazgo a menudo se asocia con la imagen más que con el contenido, esta autenticidad es un valor en sí mismo.
Otro punto importante de la conversación fue la historia de transformación del grupo Valorem desde sus raíces en Bavaria hasta su consolidación actual. La separación de los negocios de bebidas de los demás portafolios permitió construir un grupo más coherente, enfocado y resiliente. “Se busca que las compañías generen valor y subsistan por sí solas”, explicó Arrubla, lo que resalta un enfoque empresarial que prioriza la autosuficiencia y la rentabilidad sostenida, principios clave para un emprendimiento sólido.
En conclusión, la entrevista a Felipe Arrubla es un retrato de cómo el liderazgo empresarial en Colombia puede ser transformador cuando combina disciplina financiera, apertura al cambio, compromiso con la sostenibilidad y un genuino interés por generar impacto social. Su recorrido en Valorem es una muestra de que el emprendimiento no solo puede generar riqueza, sino también contribuir al desarrollo integral del país. El mensaje de Arrubla es claro: se puede hacer empresa con ética, con propósito y con visión de futuro. Y eso, en el entorno actual, es más necesario que nunca.